La violencia en las aulas: un síntoma del país que somos

El ataque con bombas molotov a un profesor del Instituto Nacional refleja una fractura profunda: la desnaturalización del rol docente y la pérdida del sentido de comunidad en la escuela. La primera tentación es creer que los colegios pueden resolverlo solos, pero eso es un error.

La violencia escolar es el espejo de una sociedad que se ha vuelto más agresiva y desconectada y que debe resolverse desde el origen.
Recuperar el sentido de comunidad es una tarea reparadora y urgente. El colegio debe volver a ser un lugar de encuentro, donde aprender a convivir sea tan importante como aprender matemáticas. Para ello, se requieren políticas integrales de educación socioemocional, el fortalecimiento del rol docente y la participación activa de las familias.
Pero esto no basta: también se necesitan sanciones ejemplificadoras y medidas de resguardo real que protejan a los profesores y estudiantes, y que marquen un límite claro entre la convivencia democrática y la violencia inaceptable. No se trata solo de reaccionar después de los hechos, sino de anticiparlos con protocolos efectivos, acompañamiento psicológico, infraestructura segura y el respaldo inequívoco de las autoridades.
La escuela no puede ser una zona liberada, ni los docentes quedar expuestos como si fueran “carne de cañón”. Si queremos transformar la violencia en aprendizaje, y el miedo en oportunidades para todos, necesitamos una alianza firme entre Estado, familias y colegios, donde la educación sea un espacio protegido y respetado, no un campo de batalla.

Roberto Bravo
Director Ejecutivo Líderes Escolares

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