Señor Director:
En los últimos años, Chile ha experimentado un alarmante retroceso en diversos indicadores. Según el último informe de Transparencia Internacional, el país cayó un puesto en el Índice de Percepción de la Corrupción 2024. Junto con ello, también descendió seis lugares en el ranking de calidad democrática que realizó The Economist. Asimismo, obtuvo el peor registro histórico en el Ranking de Libertad Económica. Y por último, si hablamos de fútbol, La Roja salió del top 50 de la FIFA, a pesar del triunfo de este martes. La evidencia es clara: no estamos en nuestro mejor momento.
Sin embargo, el viernes pasado, fuimos testigos de un fenómeno mediático y social inédito. El país se unió para apoyar a Emilia Dides, quien disputó la corona del Miss Universo. Tanto fue así, que Chilevisión alcanzó un rating de 35 puntos durante la final, lo que mostró un profundo interés popular en este evento.
Pero este fenómeno tiene un origen más profundo. La expectativa de que nuestra candidata pudiera ganar representaba un anhelo de éxito, de redención, y de ver a Chile brillar en un escenario global. En medio de nuestras dificultades sociales y económicas, la participación de Dides fue un respiro frente a los desafíos cotidianos.
En un contexto dominado por malas noticias, las marcas tienen el desafío adicional de buscar generar experiencias que nos den orgullo y bienestar. Sin embargo, a veces estas experiencias parecen más una estrategia de marketing que una conexión genuina con las personas. Hoy más que nunca, necesitamos aquello que nos una, inspire y nos haga sentir orgullosos de ser chilenos. Es ahí donde está el mayor aporte de las agencias.
Cristián Frederick
Director General de Cuentas en TBWA